Se nos presentan dos opciones. Opción A: Banco nacional 10%.
Opción B: Banco extranjero 5%. ¿Cuál escojes? La Opción A.
¿Qué sucede si agregamos un par de supuestos a nuestro
ejemplo? Opcion A: Banco nacional, sistema financiero peruano. Opción B: Banco
extranjero, Miami.
¿Cambia la situación? Algunos dirán que no, seguirán
escogiendo la primera opción. ¿Y si me quiero ir a vivir a Estados Unidos a
abrir un negocio y que me den la visa correspondiente? ¿Y si enfrentamos otra
crisis como la del 2008 y los bancos nacionales no resisten? Recuerde que los
bancos norteamericanos y europeos hicieron lo que quisieron (es decir, muchos
malos negocios y manejos) y no quebraron. Podríamos poner muchos supuestos más,
pero estos bastan para demostrar algo.
La economía no es una ciencia exacta, como muchos nos
quieren hacer creer. Cierto es que la teoría hace una serie de supuestos para
explicar los diferentes modelos económicos y las consecuencias de cambios en
esta o aquella variable, pero el hecho concreto es que la economía no se puede
encasillar en la lógica del rendimiento.
Pongamos otro ejemplo. Por ejemplo, la opción A y la opción
B son bancos nacionales. Supongamos que el banco A viene de una
reestructuración de su deuda y tiene una cartera pesada del 20%. Mientras que
el banco B es un banco con una cartera pesada del 3% y no tienes grandes
deudas. ¿Cuál eliges? ¿A o B? ¿Sigues con A, prefieres B?
Otro ejemplo más. ¿Cuántas veces hemos comprado una lata de
café en una tienda que lo vende más caro? Las excusas son varias, falta de
tiempo, no me gusta la otra tienda, esta me queda más cerca, la atención en la
otra tienda es mala, esta tienda tiene más luz, compro aquí desde chiquito…
Como vemos hay un componente psicológico fuerte en la economía. No solo el criterio económico impera, también hay otras consideraciones a tomar en cuenta, consideraciones que son imposibles de medir, como las psicológicas.
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