lunes, 15 de febrero de 2016

La Nueva Legislación Bancaria

El 8 de julio del 2010 publiqué en mi blog personal un artículo sobre la Nueva Legislación Bancaria que se estaba preparando luego de la crisis. Espero que les guste.

A mediados de junio, en plena efervescencia mundialista, dicho sea de paso del peor mundial de fútbol en décadas, se publicó una nota en Internet sobre la nueva legislación que se pretende promulgar en la Unión Europea y las resistencias de los bancos a ser controlados.

Ha pasado poco más de año y medio desde el comienzo de la crisis y la legislación financiera no ha cambiado un ápice. Como recordaremos la crisis de inició como el colapso del sistema financiero incapaz de poder asumir las grandes pérdidas originadas por una serie de movimientos especulativos que llevaron a la bancarrota al sistema y con ello a las principales economías del planeta.

A principios de junio, las entidades financieras agrupadas en el Instituto de Finanzas Internacionales (Institute of International Finance) han alertado que la nueva legislación retrasaría el crecimiento y costaría millones de empleos, es que las autoridades de la Comunidad Europea pretenden elevar, entre otras regulaciones, el porcentaje del encaje bancario (porcentaje del dinero de un banco que debe mantenerse como reserva líquida).

Uno se pone a pensar y, en verdad, los bancos tienen razón. Con una menor cantidad de dinero disponible para créditos a los pequeños y medianos empresarios, que en el mundo son los que más empleo generan los negocios no podrán seguir creciendo o, en el peor de los casos, subsistiendo. Con menos recursos para prestar, los créditos se hacen más caros y escasos. Con menos dinero para prestar, los intereses de las tarjetas de crédito crecerían. Con menos dinero para prestar, el crecimiento de las economías se vería seriamente perjudicado y con ello los índices de empleo. Qué buenos y sensatos son los bancos, ¿verdad? El asunto es que los bancos han manejado, manejan, (y si las cosas siguen igual) manejaran el dinero de sus depositantes en la manera que les plazca y no van a hacerse responsables de sus errores, cuando fallen pedirán a los gobiernos un rescate que todos los ciudadanos pagarán y listo, hasta la próxima crisis.

En Estados Unidos, la reforma financiera que propone Obama se basa, entre otras cosas, en lo siguiente: cobrar una cuota de reembolso por el rescate financiero a las instituciones que hicieron uso del mismo, prohibir que los bancos crezcan tanto que constituyan un riesgo para la economía, prohibir que los bancos sean dueños de fondos o casas de inversión, imponer una mayor supervisión por parte del Estado del sistema bancario, de los fondos de inversión, de los negocios hipotecarios y de todo actor que intervenga en el sistema financiero tanto dentro del territorio norteamericano como fuera de éste. Además, recomienda la creación de algunos entes gubernamentales de control y de defensa del consumidor.

En enero de este año, Obama inició su campaña para poder “domar” al sistema financiero norteamericano, el cual gasta fortunas en lobbies en el Congreso norteamericano con el fin de impedir que se de una reforma financiera que los controle y que haga que sus operaciones sean transparentes.

Sorprende gratamente, aunque los sectores de Wall Street lo hayan catalogado como populista, el lenguaje con que el presidente norteamericano se refirió al sistema bancario el 21 de enero, traduzco un párrafo de su discurso: “Mi decisión es sólo reforzada cuando veo un regreso a las viejas prácticas de algunas de las mismas firmas que se oponen a las reforma; y cuando veo dispararse los beneficios y los bonos obscenos en algunas de las mismas firmas que claman que no pueden prestar más a los pequeños negocios, que no pueden mantener los intereses de las tarjetas de crédito bajos, que no pueden pagar una cuota para rembolsar a los que pagan impuestos por el rescate sin pasarlo como costo a los accionistas o consumidores – esos son los reclamos que están haciendo. Es exactamente esta clase de responsabilidad la que hace necesaria un reforma clara.”


Ha pasado un año y medio desde el descalabro financiero y, como Obama dice, se han recuperado gran parte de los 700,000 millones de dólares del rescate, el sistema financiero se ha visto reforzado, pero… sin ánimo de enmienda, sin el más mínimo agradecimiento hace la sociedad que ha pagado con mucho sacrificio todas sus irresponsabilidades. Se suponía que el rescate era para poner en marcha la economía norteamericana, que los recursos se iban a repartir a los pequeños y medianos. Todo fue un sueño, el rescate sirvió para que las empresas asociadas a los grupos financieros pudieran capear el temporal o, en su defecto, a refinanciar sus pasivos. ¿Y los pequeños y medianos empresarios? Pues nada.

Se han perdido en Estados Unidos cerca de 8 millones de empleos con el problema social, económico, familiar y emocional que ello trae. En un reciente intervención de Obama en la página de la Casa Blanca (www.whitehouse.org) decía que la reforma se hacía en el espíritu de que nunca más los ciudadanos tengan que pagar un rescate y que por ello debían cambiarse las leyes que precisamente llevaron a las instituciones bancarias a hacer uso de esos huecos que tienen las leyes para tomar riesgos que no supieron manejar.

Hay una pregunta que es válida: ¿Si dejábamos que los bancos quiebren qué hubiera pasado? ¿Tendríamos una crisis tan grande como la actual? ¿Estaríamos mejor? La pregunta es compleja. Los bancos siempre nos han vendido la idea de que si quiebran las economías colapsan, tienen en parte razón. En mi opinión, hubiera sido interesante y aleccionador para el sistema financiero mundial dejar que al menos un pez gordo quebrara para enviar un mensaje a los demás: “La próxima vez que hagas lo que te venga en gana, puedes ser tú el que desaparezca.” Eso implicaría una serie de herramientas y previsiones que los gobiernos deberían implementar.

En nuestros países latinoamericanos se aplica mucho aquel dicho: “Hecha la ley, hecha la trampa.” Ahora vemos que esa es una de las reglas que más practica el sistema financiero.

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